¿Qué novedades nos trae la estrategia alimentaria del EU Green Deal al sector?
In The News
09 Jun 2020
El miércoles 20 de mayo, la Comisión de la UE presentó la tan esperada estrategia “De la granja a la mesa” dentro del marco del Pacto Verde Europeo o Green Deal, tras unas semanas de retraso en la pandemia de coronavirus.
Como era de esperar, a los agricultores y ganaderos, y a toda la cadena de valor alimentaria, se les insta a dar un paso más para cumplir con mayores compromisos medioambientales y de cambio climático que lo realizado hasta ahora.
Aunque en principio, y sin conocer los detalles del documento, muchas voces del sector se alzaron en previsión de más implicación y compromiso, sobre todo porque estas nuevas exigencias serían un agravio comparativo en relación con la producción agroalimentaria de terceros países, a los que no se les exige, ni se les puede exigir, la misma implicación medioambiental. Pero tampoco por razones obvias, se les puede exigir lo mismo en el plano social o económico, todas ellas pilares fundamentales para lograr cualquier objetivo de sostenibilidad.
El malestar previo del sector, ya viene de antes y tiene mucho que ver con la negociación del futuro Marco Financiero Plurianual 2017-2021 de la Comisión Europea, cuya propuesta prevé importantes recortes tanto en los fondos para subvenciones directas de la PAC (Política Agrícola Común de la UE) como en los destinados a financiar las distintas medidas de su segundo pilar: el desarrollo rural, que se añaden a los recortes previstos en los fondos de cohesión, ligados en muchos aspectos al territorio.
Pero transformar el sector actual, modernizarlo y adaptarlo al nuevo paradigma climático no es una tarea fácil. Esta transición requiere un enfoque colectivo en el que participen las autoridades públicas de todos los niveles de gobierno (incluidas las ciudades, las comunidades rurales y costeras), los actores del sector privado en toda la cadena de valor alimentario, las organizaciones no gubernamentales, los interlocutores sociales, el mundo académico y los ciudadanos.
Además de todas estas expectativas creadas con anterioridad a la comunicación de la estrategia “De la granja a la mesa”, hubo otro factor inesperado: la crisis sanitaria de COVID-19. En este sentido, la Comisión Europea ha sabido hacer una lectura más positiva y la está aprovechando para dar el impulso que aumente la resiliencia y la competitividad de la UE.
En este sentido, Frans Timmermans, Vicepresidente de la Comisión Europea, dijo:
“la crisis del coronavirus ha revelado nuestra vulnerabilidad y la importancia de restablecer el equilibrio entre la actividad humana y la naturaleza. Las Estrategias sobre Biodiversidad y «De la Granja a la Mesa», elementos centrales del Pacto Verde Europeo, apuntan hacia un equilibrio nuevo y mejorado entre la naturaleza, los sistemas alimentarios y la biodiversidad para proteger la salud y el bienestar de nuestros ciudadanos y, al mismo tiempo, incrementar la competitividad y la resiliencia de la UE. Estas estrategias son una parte fundamental de la gran transición que estamos emprendiendo”
La pandemia de COVID-19 también ha puesto de relieve la importancia de la salud y su relación con los alimentos, y las consecuencias de la reducción de los costes relacionados con la salud pública. Además, existe la percepción de que los europeos, ahora más que nunca, valoran más los alimentos, especialmente los alimentos frescos y menos procesados de fuentes sostenibles, dando valor a las cadenas de suministro cortas.
Aunque en general ha habido un suministro de alimentos suficientes, esta pandemia ha planteado numerosos desafíos, como las perturbaciones logísticas en las cadenas de suministro, la escasez de mano de obra, la pérdida de ciertos mercados y los cambios en las pautas de consumo. Todo esto ha repercutido de manera inequívoca a los mecanismos de nuestros actuales sistemas alimentarios.
En Europa, la crisis de COVID-19 no sólo ha puesto de manifiesto las debilidades de los sistemas sanitarios y económicos, sino que también ha puesto de manifiesto la crisis social y la importancia de la soberanía alimentaria. Las imágenes de muchas familias haciendo largas colas en los bancos de alimentos para comprar productos alimenticios básicos como en España o Alemania, fueron sorprendentes y nos acercaron a la dura realidad que nos ha llevado esta crisis.
La estrategia “From farm to fork”
La situación del COVID-19 ha creado la necesidad de reflexionar. Y, la publicación de esta estrategia, ve la luz en un momento en que Europa brinda una oportunidad al sector agroalimentario para que cambie positivamente y lo vea como ventaja diferencial.
La estrategia “De la granja a la mesa” insta al sector agroalimentario a tomar la iniciativa y asumir el liderazgo para hacer del sistema alimentario de la UE un referente mundial de sostenibilidad.
Esta estrategia no sólo establece las directrices para crear una cadena alimentaria que funcione para toda la comunidad, sino que también señala la manera de articular y facilitar esta transición, que debe ser justa, especialmente tras la pandemia de COVID-19 y el debilitamiento de la economía.
La estrategia también hace referencia al programa de la Comisión Europea para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (SDG) como un componente clave. En este aspecto se hace especial hincapié en garantizar a los productores primarios medios de vida sostenibles e ingresos suficientes para asegurar su recuperación social y económica y poder facilitar esta transición hacia un sistema alimentario sostenible.
Para acelerar y facilitar esta transición y asegurar que todos los alimentos comercializados en el mercado de la UE sean cada vez más sostenibles, la Comisión presentará una propuesta legislativa sobre un marco para un sistema alimentario sostenible antes de finales 2023.
Además, para llevar a cabo con éxito esta transición, la Comisión Europea supervisará los progresos, en estrecha relación con la Estrategia de Biodiversidad prevista para 2030 y en consonancia con el nuevo Plan de Economía Circular y la aspiración a una economía de neutralidad carbónica.
El sector primario: producción alimentaria sostenible y la captura de carbono
La agricultura es responsable del 10,3 % de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de la UE y casi el 70 % de sus emisiones proceden del sector ganadero. Estos GEI incluyen el metano y el óxido nitroso, que son tan dañinos para la atmósfera como el CO2.Además, el 68 % de las tierras agrícolas se destina a la producción animal.
El sector considera que estas crecientes ambiciones de sostenibilidad agrícola, al tiempo que se reduce el presupuesto de la PAC, constituyen una amenaza para el logro de los resultados esperados, especialmente si esta transición no se articula de manera justa. Esto también requerirá la participación del sector privado, que puede ver una oportunidad en este sector estratégico, es decir, un retorno de la inversión. Asimismo, la participación y el compromiso de las administraciones nacionales y regionales proporcionarán el marco para hacer frente al desafío.
En este sentido, la Comisión formulará recomendaciones relativas a los nueve objetivos específicos de la PAC para cada uno de los Estados miembros antes de que presenten oficialmente sus respectivos proyectos del plan estratégico. Prestará especial atención a la consecución de los objetivos del European Green Deal, así como a los derivados de esta estrategia de “la Granja a la mesa” y de la Estrategia sobre Biodiversidad para 2030.
La implementación del Green Deal Europeo y el nuevo enfoque de la PAC, está destinada a cambiar esta percepción. El esfuerzo que debe hacer el sector primario para aumentar la resistencia del momento, invirtiendo en modernización, digitalización y la optimización de los recursos, todo ello con un esfuerzo en recursos humanos y financieros, es incuestionable, pero también es esencial visualizar que esta transformación se traducirá en mayores rendimientos al crear valor añadido y reducir los costes.
En este sentido, y lejos de ver la reducción de la PAC como un debilitamiento del sector primario, el reto es cómo conseguir que los agricultores y silvicultores se adapten hacia un nuevo modelo de negocio ecológico mediante la captura de CO2 (Carbon farming). Y en el que sus prácticas agrícolas sostenibles se ven recompensadas a través de la PAC o de otras iniciativas o incentivos públicos o privados.
Dentro del plan de transformación agrícola sostenible está la del ambicioso objetivo de transformar el 25% de las tierras agrícolas de la UE en producción orgánica o ecológica. Para ello es preciso fomentar el consumo de este tipo de agricultura, no solo por su impacto positivo en la biodiversidad, si no porque crea empleo y atrae a jóvenes agricultores que contribuyen a frenar el despoblamiento rural. Además, la creciente demanda de alimentos ecológicos, ya que cada vez más los consumidores europeos reconocen su valor, proporciona un buen marco para alcanzar este objetivo tan ambicioso.
El otro elemento sobre el que se quiere sustentar la garantía de una producción alimentaria sostenible es el de estimular y promover la economía circular de base biológica. Así por ejemplo, los ganaderos podrían reducir las emisiones de metano originadas por el ganado y aprovecharlas para la producción de biogás a través de la adquisición de digestores anaerobios que transformen el estiércol y otros residuos.
El resto de la estrategia ahonda en la reducción del uso de plaguicidas químicos para evitar la contaminación del suelo, el agua y el aire, y a la pérdida de biodiversidad, y evitar el abuso de nutrientes (sobre todo nitrógeno y fósforo) que tanto impacto ocasiona sobre los recursos naturales y sobre el clima.
Además, al sector ganadero también les indica un marco de actuación para procurar un mayor bienestar animal y disminuyan el uso de antimicrobianos.
En cuanto a la pesca y otros alimentos marinos de acuicultura, cuya huella de carbono, en comparación con la producción animal en tierra es , sin lugar a duda, mucho menor, se prevén importantes apoyos para la producción de alimentos marinos sostenibles, haciendo una mención especial al sector de las algas como fuente importante de proteínas alternativas, a través del próximo Fondo Europeo Marítimo y de Pesca.
Reacciones del sector agrario y recelo de los países nórdicos
A las pocas horas de la publicación de la estrategia, ya se empezaron a recoger diferentes reacciones dentro del sector y de diferentes estados miembros.
Desde la COPA-COGECA (Comité de las Organizaciones Profesionales Agrarias-Confederación General de Cooperativas Agrarias de la UE), reclaman que los costes derivados de la aplicación de esta nueva política deben ser soportados por todos, desde los agricultores y los transformadores, a los distribuidores y los consumidores, sin dejar a nadie de lado y protegiendo a los más vulnerables de las consecuencias involuntarias de la misma.
Pero en previsión de este malestar, la Comisión se anticipó anunciando la presentación de una propuesta legislativa antes de que finalice 2023 que promoverá la coherencia entre políticas nacionales y de la UE. En este marco legislativo también se abordarán las responsabilidades de todos los agentes del sistema alimentario. Junto con la certificación y el etiquetado sobre el nivel de sostenibilidad de los productos alimentarios y con los incentivos que se establezcan, el marco permitirá que los operadores se beneficien de prácticas sostenibles e irá incrementando progresivamente las normas de sostenibilidad a fin de convertirse en la norma para todos los productos alimentarios introducidos en el mercado de la UE, asunto de gran preocupación entre los actores europeos.
La Comisión Europea propone que, para alcanzar el objetivo de sostenibilidad, todos los países tienen que reducir su consumo de pesticidas en un 50 por ciento en función del consumo actual en cada país. En la práctica, esto conducirá a una discriminación según los países nórdicos, que consideran completamente irracional e injusto no reconocer los grandes esfuerzos de reducción de pesticidas que ya han llevado a cabo y hacerles cumplir a ellos también la reducción de un 50 por ciento de los niveles que tienen en la actualidad.
Aún así, la discordancia entre el Norte y el Sur de Europa, se pone otra vez de manifiesto. Los países del Norte temen que haya una distorsión de la competencia si no se entiende que su agricultura ha sido siempre más verde que en otros países de la UE. Por ello, reclaman una negociación individualizada de las estrategias propuestas para los próximos 3 años.
Los sectores agrarios daneses, de hecho, sienten que han demostrado que están preparados para un cambio hacia la producción sostenible y quieren que la UE se inspire en Dinamarca como pionera, aunque ciertos grupos se muestran un poco escépticos
El propio europarlamentario danés Asger Christensen, al hilo de la propuesta de que el 25 por ciento del área cultivada debería ser orgánica, apuntó que esto podría socavar la agricultura orgánica y ahora que las propuestas se han hecho públicas, las calificó “de desastre.“ Y aunque en general está satisfecho con la sugerencia de hacer una producción y alimentación europea más sostenible y de la necesidad de disponer de más incentivos para hacer realidad esa transición verde, con un claro apoyo y apuesta por la ecología y por los hábiles agricultores orgánicos daneses, “lo del objetivo político aleatorio del 25 por ciento de la tierra agrícola de la UE debe ser orgánica, puede socavar la industria” comentó .
Por otro lado, en el sur de Europa, aparte de las preocupaciones sobre la falta de refuerzo presupuestario de la PAC, y los esfuerzos que se exigirán a agricultores y ganaderos para alcanzar estos objetivos, les preocupa que no se exijan las mismos normas de sostenibilidad, calidad y seguridad alimentaria, sanidad vegetal y bienestar animal, a las importaciones agrarias de terceros países.
Más allá de la necesidad de actuar, hay que garantizar, estimular, promover, reducir y luchar por una cadena alimentaria que funcione para todos.
Volviendo a la Estrategia, destaca, aún más ante la actual crisis sanitaria, social y económica, la necesidad de construir una cadena alimentaria que funcione para todos.
Esto será así si se preserva el acceso y la seguridad del suministro de alimentos nutritivos, respetuosos con el medio ambiente, seguros y de calidad, así como altos niveles de bienestar animal, al tiempo que se genera un rendimiento económico más justo en la cadena de suministro.
Esto último significa que los alimentos más sostenibles son también, en última instancia, los más asequibles para una dieta más sana, lo que a su vez fomenta la competitividad de la industria de suministro de la UE, promoviendo el comercio justo, con nuevas oportunidades de negocio para garantizar la integridad del mercado único y la salud y la seguridad en el trabajo.
Uno de los aspectos más interesantes e innovadores que se abordan en el documento es la importancia de reducir la dependencia de las materias primas agrícolas para la producción de piensos, promoviendo la introducción de proteínas alternativas más sostenibles, tanto vegetales como basadas en algas marinas, como las denominadas proteínas de insectos y el uso de subproductos de la bioeconomía (por ejemplo, los desechos de pescado).
La Comisión también apoyará la reducción de la dependencia del transporte de larga distancia a fin de aumentar la resistencia de los sistemas alimentarios locales y regionales y crear cadenas de suministro más cortas.
Dietas saludables, sostenibles y con poco desperdicio de alimento
Las dietas poco saludables, que causan enfermedades cardiovasculares y cáncer, son responsables de más de 950.000 muertes en la UE en 2017 (una de cada cinco).
Para frenar el avance de las enfermedades relacionadas con la dieta, la Comisión propondrá un etiquetado nutricional armonizado y obligatorio en la parte frontal de los envases y estudiará la posibilidad de proponer la ampliación de las indicaciones de origen o procedencia obligatoria a determinados productos, teniendo plenamente en cuenta el impacto en el mercado único. La Comisión también estudiará métodos para armonizar las declaraciones ecológicas voluntarias y crear un marco de etiquetado sostenible que abarque, en sinergia con otras iniciativas pertinentes, los aspectos nutricionales, climáticos, ambientales y sociales de los productos alimentarios.
Para mejorar la disponibilidad y el precio de los alimentos sostenibles y promover dietas sanas y sostenibles en los restaurantes públicos o institucionales, la Comisión se propone establecer un criterio mínimo obligatorio para la compra de alimentos sostenibles, en particular en el sector público (escuelas, hospitales e instituciones públicas), y promoverá también sistemas de agricultura sostenible como la agricultura ecológica. La propuesta de la Comisión sobre los tipos de IVA (que se está debatiendo actualmente en el Consejo) permitiría a los Estados Miembros utilizarlos de manera más específica, por ejemplo para apoyar las frutas y hortalizas ecológicas.
Además, la industria alimentaria y el sector minorista deberían mostrar el camino aumentando la disponibilidad y asequibilidad de opciones alimentarias saludables y sostenibles a fin de reducir la huella medioambiental general del sistema alimentario. Para promoverlo, la Comisión elaborará un código de conducta de la Unión Europea para una práctica empresarial y de comercialización responsable, acompañado de un marco de supervisión. El código se elaborará en coordinación con todos los interesados pertinentes.
La estrategia “De la granja a la mesa” también aborda la cuestión de la prevención de la pérdida y el desperdicio de alimentos a lo largo de toda la cadena de valor alimentaria, por lo que la Comisión articulará instrumentos para lograr el compromiso de reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita en el comercio minorista y por parte de los consumidores para 2030.
Facilitar la transición y la alineación con los servicios de EIT Climate-KIC
Dos apartados claves y alineados con esta estrategia europea y la de EIT Climate-KIC, soportan esta parte del documento: el reconocimiento de la innovación y la investigación como motores para agilizar esta transición, y la disponibilidad de servicios de asesoramiento, conocimientos y capacitación para que todos los agentes en el sistema alimentario sean sostenibles.
Esto requerirá inversiones que fomenten su pronta aplicación. En este sentido, la Comisión articulará varios instrumentos financieros, una nueva convocatoria de propuestas para las prioridades del Pacto Verde en 2020 con un total de aproximadamente 1.000 millones de euros, en el marco del Programa Horizonte 2020 de Investigación e Innovación, y 10.000 millones de euros en el marco del Programa Horizonte Europa de I+D en alimentación, bioeconomía, recursos naturales, agricultura, pesca, acuicultura y medio ambiente, uso de tecnologías digitales y soluciones basadas en la naturaleza.
EIT Climate-KIC responderá a esta creciente demanda de cambio sistémico e innovación de los sistemas a través de sus Demostraciones Profundas o bancos de pruebas. Nuestro modelo utiliza un portfolio de actuaciones y soluciones – en educación, innovación tecnológica, participación ciudadana, políticas, finanzas y otras palancas de cambio relevantes – para catalizar una rápida descarbonización que impulse la adaptación al clima y los modelos de negocio y cadenas de valor consistentes con el objetivo de limitar el aumento de la temperatura media a 1,5ºC.
De las ocho demostraciones profundas que el EIT Climate-KIC ha puesto en marcha, una está perfectamente alineada con la nueva estrategia europea “de la granja a la mesa”, el que trata sobre los “Sistemas alimentarios resilientes y las dietas”. En esta demostración profunda se ha comenzado a abordar la producción primaria y el valor de los productos lácteos en el norete de Europa , así como las políticas alimentarias en las regiones y especialmente en las ciudades nórdicas, que llevan también aparejadas contratación o licitaciones públicas.
Todo ello en consonancia con la línea que hemos ido desgranando a través de todo este artículo y que iremos desarrollando conforme vayamos avanzando en el diseño de soluciones o enfoque de cartera que sean los puntos de apalancamiento del sistema que provoque un cambio hacia un sistema alimentario más sostenible.