Cómo involucrar a los ciudadanos en un proceso de transformación justo

Con el cambio climático nos enfrentamos a uno de los mayores desafíos de nuestra vida, que no puede ser resuelto sólo con soluciones técnicas. Las decisiones individuales y colectivas correctas limitarán el calentamiento global a 1,5º C. Las erróneas colocarán de forma definitiva ese objetivo fuera de nuestro alcance.

The Democratic Society, como socio de diseño del Healthy, Clean Cities Deep Demonstration de EIT Climate-KIC, quiere hacer hincapié en cómo las soluciones al cambio climático deben diseñarse y ejecutarse poniendo a los ciudadanos en el centro, y garantizar que este proceso de transformación sea adecuado, democrático y justo, para toda la población, pero en particular para los grupos de población más vulnerables.  

Ahora que la pandemia de coronavirus ha demostrado que se pueden tomar medidas urgentes y de gran alcance con poca antelación, muchos se han preguntado por qué no hemos abordado el cambio climático con una resolución similar. Aunque es comprensible su tono bienintencionado, este sentimiento se hace eco del hecho de que encontrar una solución a una de las preocupaciones más urgentes de nuestro tiempo es una tarea abrumadora de por sí. Un desafío complejo, por lo tanto, requiere de una solución cuidadosamente pensada e implementada. En The Democratic Society creemos que los ciudadanos deben estar en el centro de la misma.

El cambio climático afecta a la vida de las personas de maneras muy concretas: el aire limpio, el agua potable, el acceso a una alimentación adecuada o a la comida digna están en peligro. Un análisis de la OMS de 2019 mostró que, a través de las inundaciones, las olas de calor, las sequías y los incendios, el cambio climático tiene un impacto considerable en la salud humana, incluida la desnutrición, la salud mental, las enfermedades cardiovasculares y respiratorias y las infecciones transmitidas por vectores, mientras que el acceso limitado al agua potable y a los servicios de salud pone en peligro la salud de las mujeres, especialmente durante el embarazo. Por lo tanto, la acción climática requiere que actuemos teniendo en cuenta a las personas. En la gran cantidad de formas en que afecta a todos los ámbitos de la vida de las personas, el cambio climático se presenta como un desafío y una oportunidad. El desafío puede ser desalentador, ya que hay mucho que coordinar; el tipo de complejidad e interconexión y la magnitud del mismo constituyen un enorme reto para cualquier tipo de respuesta. Sin embargo, la oportunidad que presenta permite que haya múltiples formas de conseguir un cambio.

No sería demasiado descabellado suponer que, si los ciudadanos constituyen el centro del esfuerzo en materia de cambio climático, la participación de los ciudadanos es el primer paso lógico para encontrar una solución. Sin embargo, este no ha sido el caso. Incluso los intentos más elaborados del pasado han demostrado que algunas de las soluciones más tecnócratas no logran abordar lo que es, en esencia, un asunto con un enfoque mucho más inclusivo.

La participación ciudadana es a menudo una cuestión puntual. Una votación en una elección cada pocos años, un proceso de consulta en una nueva plaza de la ciudad, o un bypass, el movimiento de protesta ocasional o una carta al alcalde. Los desafíos sociales, que dependen en gran medida de los comportamientos personales y tienen un impacto tan grande en la vida de los individuos, que no pueden ser tratados de esta forma. Necesitamos un enfoque a más largo plazo, más conversacional, que permita planificar y llevar a cabo los cambios con la gente, y que fortalezca la infraestructura cívica y democrática que puede permitir que esto suceda, y que en demasiados lugares se ha diluido en lugar de fortalecerse con el paso de los años. Tenemos que asegurarnos de que todos en Europa, y no sólo aquellos con más posibilidades de participar en las decisiones, puedan acceder a esas oportunidades para que sus voces sean escuchadas en un justo equilibrio.

Por ejemplo, las comunidades marginadas de todo el mundo se ven especialmente afectadas por el impacto del cambio climático. Una estimación de las Naciones Unidas para 2016 mostró que en los dos decenios anteriores, 4.200 millones de personas se vieron afectadas por desastres relacionados con el clima, y la pérdida significativa de vidas se sintió con más fuerza en los países con ingresos bajos. Sin embargo, simultáneamente, algunas de esas comunidades corren el riesgo de tener que soportar los costos más elevados de las soluciones climáticas. La familia acomodada se sentirá frustrada si volar al Caribe se convierte en un lujo y no en un pasatiempo anual. Los que viven con escasez no podrán vivir si las políticas aumentan su factura de calefacción en un 10%.

Por lo tanto, corremos el riesgo de una mayor polarización de la sociedad si no abordamos el cambio climático con un enfoque justo que incluya a los grupos marginados e infrarrepresentados de una sociedad. Europa y sus ciudadanos todavía llevan las cicatrices de las transformaciones industriales que se produjeron sin tener en cuenta las estructuras sociales y económicas vigentes para apoyar a las personas. Así pues, toda iniciativa que tenga como punto de partida una transición justa es particularmente importante, porque algunas zonas dependen históricamente de las industrias que producen grandes cantidades de carbono: ya se trate de las minas de carbón de Polonia o de las centrales termoeléctricas de los Balcanes occidentales, los instrumentos técnicos corren el riesgo de desarrollarse sin la participación de las comunidades a las que afectan.

Junto con EIT Climate-KIC, la Sociedad Democrática quiere asegurarse de que el cambio climático no sea una cuestión tecnócrata, sino democrática, que fomente la labor de participación ciudadana.La participación y el compromiso tienen diferentes significados en diferentes contextos, y a veces se utilizan indistintamente. El compromiso no significa necesariamente comunicación, o sólo cambiar las normas sociales de la población. El objetivo de las actividades de participación es que las autoridades proporcionen información y opciones a las personas para que éstas puedan tomar decisiones por sí mismas.

No podemos esperar resolver los desafíos del cambio climático sin la participación sin reservas de los ciudadanos en la acción y en la decisión. Sin embargo, con demasiada frecuencia, los ciudadanos se involucran como una idea tardía o como un ejercicio burocrático, mientras que los cambios necesarios requieren de la participación de toda la sociedad. Nuestro enfoque, que se aplica a varios Deep Demosntrations, trata de aportar la mejor teoría y práctica de participación ciudadana y de desarrollarlas más en el contexto del papel esencial que tiene la participación pública en la solución del cambio climático. Al trabajar respondiendo a las necesidades individuales de cada Deep Demonstrations, pero también conectándolas entre sí, nos aseguramos de que las opiniones, ideas y acciones de los ciudadanos sean accesibles fácilmente allí donde sea necesario.

Al involucrar a los ciudadanos en el proceso de toma de decisiones, nos aseguramos de que los planteamientos se desarrollen por y para las personas implicadas. El proceso en sí mismo permitirá:

• Aumentar la aceptación colectiva de los resultados y de todo lo que se diseñe Trabajando con los ciudadanos y otras partes interesadas, podemos ayudar a los representantes de la ciudad a comprender cómo piensan y actúan los ciudadanos, y cómo valoran los diferentes enfoques de la acción climática, incluida la garantía de que la transición a la neutralidad del carbono sea justa y equitativa. No podemos decidir el enfoque en el Berlaymont, ni siquiera en las capitales nacionales. Pueden fijar objetivos, establecer prioridades, pero los impactos tienen que ser manejados sobre el terreno, por las comunidades y las personas involucradas. Por eso la participación ciudadana es tan esencial, a una escala y de una manera que no habíamos hecho antes.

• Liberar la inversión en la acción climática 
  La acción climática requiere una inversión significativa de los gobiernos a todos los niveles. Es importante asegurar que los recursos comunitarios invertidos en la acción climática sean los que paguen dividendos y contribuyan a las ciudades sanas y limpias del futuro. La incorporación de la participación ciudadana ayuda a garantizar que se gestionen los costos de oportunidad, ya sean financieros, de esfuerzo o de interés. Por eso es esencial, incluso cuando el dinero fluye en cantidades cada vez mayores hacia la transición climática, que las decisiones sobre cómo avanzar se tomen con los ciudadanos, en los lugares donde viven, y que esas voces se unan a escala regional, nacional y europea.

• Ganar la confianza de la gente para crear un futuro mejor y más justo para todos.

  Si bien la acción climática es un desafío que las ciudades están enfrentando, no es el único. Los temas de acción climática tocan cuestiones fundamentales sobre cómo deberían ser nuestras sociedades y cómo asegurar la justicia y la equidad en el futuro. Hacer que la participación ciudadana forme parte del proceso asegura que las personas puedan tener voz para decidir cómo vivirán, trabajarán y jugarán en sus ciudades en el futuro. Los encargados de la formulación de políticas y la adopción de decisiones pueden aprovechar la legitimidad de determinadas medidas estableciendo sus aspiraciones para la acción climática junto con los ciudadanos.

Como hemos visto en lugares como Cambridge (Reino Unido), donde una Asamblea de Ciudadanos cuidadosamente seleccionada para representar a las comunidades que viven en el área metropolitana trabajó en la creación de recomendaciones sobre cómo reducir la congestión, mejorar la calidad del aire y proporcionar un mejor transporte público en la región, el interés ya existe. Un mensaje clave y repetido que surgió durante la Asamblea de Ciudadanos fue “sé audaz, sé valiente y toma medidas”. Y lo que es más importante, la Asamblea de Ciudadanos demostró el papel que pueden desempeñar los residentes de todas las clases sociales en el desarrollo de un planteamiento local para abordar cuestiones complejas.

En Jarva, un barrio de Estocolmo, lo que originalmente era un plan de modernización impugnado por una empresa de viviendas, se convirtió en un proyecto de transición energética de un millón de viviendas por el simple hecho de involucrar a los ciudadanos. El Diálogo de Järva tuvo lugar en forma de reuniones abiertas, en las que participaron 10.000 residentes y se dieron 30.000 respuestas sobre las ventajas y los desafíos de la zona. Esto se amplió luego a lo que puede verse como un caso más amplio de empoderamiento. Ha surgido un panorama diferente en el que los residentes locales se sienten suficientemente empoderados para participar activamente en los procesos locales de adopción de decisiones, tanto dentro como fuera del proyecto. En particular, las mujeres migrantes, que antes estaban ausentes en todo diálogo local, ahora votan en las elecciones locales y ejercen sus derechos democráticos, lo que no sucedía al comienzo del proyecto.

Cracovia, una de nuestras Ciudades Saludables y Limpias, ha visto cómo la participación ciudadana se ha convertido en el centro de la labor de los Deep Demonstrations, con la ciudad a punto de tener un movimiento de masas, todo ello con la participación de los principales interesados de la administración pública (tanto local como regional), los ciudadanos, la sociedad civil, el mundo académico y las empresas locales.La exploración de soluciones para la movilidad ecológica en Cracovia, por ejemplo, incluyó un hackathon, al que asistieron casi 1.000 personas. En los talleres se inscribieron estudiantes, grupos de reflexión, organizaciones de la sociedad civil y asociaciones de vivienda para participar en el análisis de las tendencias y proponer escenarios de futuro y futuros alternativos -lo que demuestra el gran interés de la ciudad por establecer una colaboración directa con los actores de la sociedad civil en la ciudad-, mientras que en un juego de consulta online participaron estudiantes de enseñanza media y secundaria. Todo esto ha demostrado que la colaboración masiva intersectorial no sólo es posible, sino que funciona mejor cuando tiene a los ciudadanos en el centro.

También está el trabajo de gobernanza colaborativa, que es elemental para lo que hacemos. En el sudeste de Bélgica, la comunidad de habla germana ha creado un sistema de participación política además del parlamento existente. El Consejo Ciudadano permanente debe decidir cada año qué es lo que requiere consulta, y luego debatir las cuestiones en una Asamblea Ciudadana independiente para formular recomendaciones políticas concretas. La parte fundamental del proceso radica en el hecho de que el Parlamento de la comunidad germanoparlante, como su órgano oficial, trabaja en la aplicación de las recomendaciones en uno de los modelos de innovación democrática de mayor alcance hasta la fecha, lo que demuestra que las voces y opiniones del pueblo pueden y deben ser elementales en cualquier proceso futuro de toma de decisiones.

Este es el trabajo que estamos llevando a cabo the Democratic Society en asociación con EIT Climate-KIC. No es fácil, nadie ha hecho este tipo de cosas a esta escala antes, pero tenemos la suerte de empezar con una fuerte asociación con las ciudades y los otros socios de diseño en el proyecto. Un proceso de experimentación, pero con un único objetivo: crear una capacidad democrática y participativa a largo plazo en los lugares en los que estamos trabajando, con mayores aptitudes y confianza en las instituciones públicas y entre los ciudadanos, redes cívicas y democráticas más densas y fuertes, y una estructura de métodos deliberativos y participativos que permita que la voz de todos se exprese y se escuche. De esta manera, esperamos resolver juntos el mayor problema conectado del siglo XXI: cómo reinventar y reconectar la democracia para la era interconectada, y cómo salvar el planeta.