Feeding the Future

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El problema

La FAO estima que en el año 2050 nueve mil millones de personas poblaremos la tierra. No sólo eso, sino que se espera que la demanda de proteína per cápita se incremente. Esto quiere decir que, para poder abastecer de alimento a la población mundial hemos de incrementar nuestra capacidad productiva de alimentos en un 70% en 30 años.

¿Pero, es sostenible el modelo alimentario actual? ¿Podríamos a día de hoy con los actuales modos de obtención de proteína alimentar a un planeta tierra de 9.000 millones de seres humanos?

Para los componentes de FEEDECT,  startup acelerada por la edición 2019 de #AcceleratorSpain, la respuesta es simple: NO.

Veamos el por qué.

La gran mayoría de proteína de origen animal que consumimos proviene de animales de granja (pollos, cerdos, vacuno, peces, etc.) Estos son alimentados con piensos formulados en base a distintos alimentos. El aporte de proteína en dichos piensos proviene principalmente de las conocidas harinas de pescado y soja. Esto no es más que un polvo con alto contenido en proteínas obtenido a partir de pescado y soja, respectivamente.

El problema radica en cómo la obtención de estas harinas afecta al medio ambiente. De una mano, las capturas de peces ya causan que más del 86% de las reservas marinas mundiales estén agotadas o sobreexplotadas. En el caso particular de la soja, que aglutina más de 1 millón de km2 de plantaciones de las cuales más de la mitad se encuentran en lo que antes eran áreas de gran biodiversidad, como la selva del Amazonas. La reducción de estas zonas lleva implícita de manera directa la pérdida de grandes focos de consumo de CO2 atmosférico.

Si a todo esto se suma el hecho de que un tercio de la comida que producimos se pierde o se tira, resulta evidente que este modelo alimentario no es sostenible.

La solución

De un tiempo a esta parte, se están invirtiendo muchos recursos en la búsqueda de fuentes de proteína alternativas que sean capaces de alimentar a la creciente población mundial de una manera sostenible. Es aquí donde los insectos cobran una gran importancia, junto con otras soluciones, como las algas, por ejemplo.

En el caso de la producción de proteínas para alimentación animal, con los insectos se pretende sustituir las conocidas harinas de soja y pescado, y con ello reducir la presión sobre nuestros océanos y bosques. Ya que estos dos alimentos son directamente responsables de la pesca masiva de peces o la tala de grandes superficies de selva.

 

Por otro lado, poniendo el foco en la alimentación humana, con los derivados de insectos se pretende sustituir en parte a la carne. Gracias al uso de insectos, podemos obtener la misma cantidad de alimento consumiendo mucha menos superficie, agua y alimento y emitiendo menos gases de efecto invernadero. 

Los insectos son alimentados de residuos y subproductos vegetales de la industria agroalimentaria. Gracias a sus cualidades, transforman de una manera muy eficiente estos productos de escaso o nulo valor en nutrientes de alta calidad. Para llevar a cabo esta conversión, los insectos, a diferencia de los animales tradicionalmente criados, requieren de una ínfima superficie y un casi nulo consumo de agua. A su vez, emiten una cantidad reducida de gases de efecto invernadero. Además, ofrecen la posibilidad de una producción localizada, es decir, cerca del punto de consumo, lo que reduce las emisiones relativas al transporte.

Es por todo ello que la industria de alimentación a base de insectos se encuentra en continuo crecimiento. Universidades como la prestigiosa Wageningen University de Holanda, organizaciones como la FAO, grandes corporaciones y fondos de inversión internacionales apuestan por esta fuente alternativa de proteínas como una opción de futuro.

La pregunta es: ¿seremos capaces de superar el rechazo cultural y emocional a comer insectos?

Para ellos no hay duda de que será así y argumentan que tal y como ocurrió con otros alimentos, como el sushi, que se encontró con un rechazo cultural en su entrada en el mercado occidental y después, progresivamente, ha sido gratamente acogido, los insectos acabarán formando parte de nuestras dietas en mayor o menor medida, primero en formatos de harinas, que permiten enmascararlos en otros alimentos, y luego, quizá, enteros.

Feedect: la historia

Juan Cañamero siempre ha sido un amante de los animales. Durante una época tuvo reptiles, a los cuales alimentaba con insectos. Dado el alto precio de los insectos como alimento decidió criar los suyos propios. Fue entonces cuando comenzó a criar insectos como hobby y pequeño negocio a escala doméstica.

Tras un tiempo, Juan decidió dar un paso más allá y presentó un proyecto al resto del equipo que hoy conforma Feedect: la cría y proceso de insectos para la alimentación animal y humana.

El equipo empezó a ver todo el potencial que tenía el hobby de Juan y hacia dónde se dirige el sector de la agroalimentación por necesidad y sostenibilidad. Así, comprobaron cómo Universidades, grandes compañías y fondos de inversión estaban apostando por este negocio como un potencial de futuro y como nicho de mercado. La cría de insectos a gran escala para alimentación animal y humana era una apuesta de futuro y poca gente estaba haciendo esto en España.

Y como emprendedores que son comenzaron esta aventura, construyendo una granja piloto en Benaguacil (Valencia). Para ello, todos los socios fundadores se enfrentaron con el primer reto debido a la falta de presupuesto: convertir una nave que se encontraba en un estado deplorable en la granja piloto que es hoy en día.

Pero el esfuerzo de hoy es el éxito de mañana. Hoy ya se dedican a la cría de distintas especies de insectos bajo unos altos estándares de higiene y calidad para ofecer  una nutrición de calidad y al mismo tiempo que apuestan por un modelo de industria alimentaria que reduzca notablemente el impacto en el medio ambiente. El proceso comprende desde la cría hasta el procesado del insecto (congelado, deshidratado o en formato de harinas).

La empresa se encuentra en estado de Semilla y requiere de una financiación de 250K€ para convertirse en referente a escala nacional e internacional en la alimentación con insectos. Su propósio es poder ser una empresa protagonista en este nuevo campo de alimentación y ayudar al sector agroalimentario a mejorar su sostenibilidad.

La parte más difícil de emprender

Cuando emprendes siendo joven y con pocos recursos financieros hay muchas partes difíciles. Lo más difícil, probablemente, es aprender a convivir con el fracaso. Emprendiendo fracasas casi a diario, te equivocas mucho y esos errores tienen una implicación directa en tu proyecto y tu vida.

Aprender a convivir con ello es lo más importante en un proyecto de estas características. Saber relativizar los días malos y conseguir sacar fuerzas cuando parece que no las hay para seguir adelante. Lo que hace un mes parecía un obstáculo insalvable, ahora se ve como una pequeña piedra en el camino.

La parte más gratificante de llevar a cabo el proyecto

Ver cómo, día tras día, tu proyecto evoluciona y va pareciéndose, cada vez más, a lo que quieres que se convierta. Ver que tu esfuerzo, trabajo y visión se ven recompensados, no económicamente, si no en realización personal, que es verdaderamente gratificante.

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